Malas constumbres tenemos muchas. Una de ella y quizás es la que nos haga ser infelices muchas veces es pensar que las desgracias solo les pasa a los otros, que viviremos siempre, reímos poco y a veces todo lo dejamos para mañana.
Decimos muchas veces cuanto echamos de menos a otros y pocas veces le damos solución, cuando sería muy fácil hacer una llamada de teléfono y quedar con ellos para vernos y así problema solucionado y si no podemos vernos siempre existen las cartas, los email, los mensajes. Pero no lo hacemos y mañana te llamo se convierte en meses, nunca llamamos ni nos vemos y quizás luego sea tarde y entonces nos arrepentimos de no haberlo hecho, siempre buscamos excusas y nos lamentamos.
Tardamos en valorar cada puesta de sol, cada mañana que te levantas de la cama y cada luna todas las noches.
Los pequeños detalles importan, cada lunes, puede ser el mejor día de la semana. Decimos muy pocos te quieros y hacerlo por primera vez es como “buf que va, no vaya a ser que se asuste”.
¿Asustarse de qué? ¿Cómo una persona puede asustarse porque alguien le quiera?.
Asústate si algún día te vas a la cama sin sentir que quieres a otra persona.
Asustaste el día que te vayas a dormir sin decirle a esa persona lo importante que es para ti.
Asústate cuando no le des besos a tu madre y a tu padre.
Asústate cuando seas incapaz de abrazar a alguien y sentir esa sensación tan extraordinaria que producen los abrazos.
Asústate cuando las defensas de tu cuerpo se hayan vuelto inmunes al dolor ajeno.
Y cuando veas una injusticia y no hagas absolutamente nada para remediarlo.
Asústate cuando pases un solo día sin ayudar a alguien.
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